(Primera
de dos partes)
Lourdes Hernández Quiñones
Eduardo Nivón y Ana Rosas
Mantecón coordinaron el libro Gestionar
el patrimonio en tiempos de globalización, editado en el año 2010 por la
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y Juan Pablos Editor como
parte de la colección Biblioteca de
Alteridades, una publicación indispensable y fundamental para todos
aquellos que se dedican a la promoción, preservación, difusión y cuidado del patrimonio cultural. En ésta se reúnen las voces de 8
especialistas en el tema y las propias de Nivón y Rosas Mantecón, quienes
arrojan cuestionamientos profundos en torno a la relación entre patrimonio y
turismo, identidades y territorios, modernidad y tradición y un tema que permea
la visión crítica de los distintos autores en torno al término inglés gentrification,
entendido como el ennoblecimiento o sofisticación del patrimonio. Se trata de
un llamado a la reflexión en torno a la memoria misma.
En el capítulo Del patrimonio como producto. La
interpretación del patrimonio como espacio de intervención cultural, Eduardo
Nivón se refiere a los cambios en las maneras de entender el patrimonio, al
debilitarse los Estados modernos. Derivado de lo anterior, se ha modificado el
sentido legitimador del patrimonio para convocar a lo nacional, y se ha
fortalecido el sentido del mismo en las regiones. Nivón hace un recorrido por
el siglo veinte y pone el acento en el último tercio, momento en que el
patrimonio empieza a considerarse como un producto que se ofrece en un mercado
de bienes simbólicos.
El término gentrification es introducido en el
libro por Rogerio Proenca Leite, de la Universidad Federal de Sergipe, en
Brasil, con el artículo Patrimonio
cultural y gentrification en el Brasil contemporáneo: balances y perspectivas.
Proenca Leite parte del planteamiento de la importancia política que tiene el
patrimonio cultural, derivada de la convergencia simbólica que representa para un grupo de personas; es
decir, se trata de una convención que puede obedecer a intereses particulares, aunque
su sentido original se refiera a connotaciones de identidad para la población
originaria y, por ello, representa una fortaleza para los grupos culturales de
ciertas regiones.
Es el interés político el
que dio origen al término gentrification,
utilizado por primera vez por Ruth Glass en 1963, para “designar el proceso de
reocupación y elitización de antiguos barrios del centro de Londres”. Tal expresión,
a decir de Porneca, dio lugar a una estrategia global de planeamiento urbano, y
en las grandes ciudades como Nueva York, Barcelona o Londres se dieron procesos
de gentrification en antiguos barrios
históricos, transformándolos en centros de consumo para las clases de sectores
socioeconómicos medios y altos. Sin embargo, la resultante de estos procesos de
cambio de uso del patrimonio, en particular de monumentos arquitectónicos en desuso,
es que se vuelven espacios excluyentes para la población del lugar. Lo anterior
se debe a que el patrimonio pasa de ser considerado “bien simbólico” a ser
tratado como “mercancía cultural”.
Como parte de lo anterior,
señala Proenca Leite, los responsables de las políticas urbanas seleccionan
aquellos bienes que potencialmente pueden corresponder a las expectativas de
recuperación económica de las inversiones privadas, y se presta menos atención
a los significados propiamente históricos y arquitectónicos. Para responder a
tales intereses, se da una elitización de los espacios mediante una estética
que responde a los estilos de vida de una clase media urbana, con la
consecuente alteración del contenido tradicional de los patrimonios. Proenca
alerta sobre tales decisiones: “La transformación de las costumbres locales en
reliquias, como forma de relocalizar o reubicar la tradición en contextos marcados por la
destradicionalización, que puede ser entendida exactamente como la remodelación
de las costumbres locales por las influencias externas, mediante la cual tales
costumbres continúan existiendo bajo una forma alterada en sus significados,
como reliquia o hábito” (2010). Más adelante señala la que parecer ser la
premisa que sostiene el concepto de gentrification:
“La destradicionalización sería, de esa manera, un componente importante para
adecuar tradiciones y patrimonios a las demandas turísticas de entretenimiento,
descanso, tiempo libre y consumo, a la vez que promovería lo que podríamos
denominar la ‘deglución’, ‘devoración’ o ‘digestión’ del patrimonio: es decir,
prácticas exacerbadas y al mismo tiempo desterritorializadas de un consumo
alterado cuyo objeto sería una tradición reinventada y no esencialista”.
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